domingo, 3 de julio de 2011

LMG.

Hace siete años, dos amigas se conocieron por casualiadad en una clase , en el colegio. Una venía de fuera, otra ya llevaba allí toda su vida. Sin saber cómo y porqué, empezaron a tener ese compañerismo, como todos los niños de esa edad que hacen amistad tan fácilmente. A medida que pasaba los días, los meses y los años, esa amistad fue creciendo, fue mejorando; sí, había broncas, peleas, enfados de todas las partes imaginables, que tonterías que ahora piensas que es algo inimaginable para romper una amistad por eso. Las cosas se arreglaban , se hablaban, y todo volvía a su normalidad, pero en el fondo, el corazón por cada lágrima derramada y cada pelea tonta, había un trocito que se rompía y se caía, y cada porción de ese pedazo era la confianza y la sinceridad entre cada una de ellas.
Dicen que las personas a medida que crecen desarrollan su inteligencia y ya no existen tantos problemas, porque la mente razona mejor y hay menos probabilidades de conflictos por cosas sin sentido; pero se equivocaron, al cabo del tiempo, las cosas empeoraron o mejoraron, cada cosa a su tiempo. Había rachas: de quererse mucho y estar todo el tiempo juntas o de odiarse y dejarse de hablar durante varios días o semanas. Al final cada bache de esa relación se iba superando, hasta llegado un momento en el que la raya de amistad, confianza, fidelidad y amor se cortó de raíz, se rompió; Fue casi a finales del curso cuando todo eso ocurrió, cuando sin yo saberlo, te viene , de repente, y te dice que te olvides de ella, que no quiere saber nada de tí, y que nuestra amistad de todos estos años se acabó. Llegado a este momento, hoy mismo, me puse a pensar , como una amistad tan conservada y apreciada, se fue rompiendo poco a poco, sin ninguna de nosotras darnos cuenta, y todo por nada;  

Que sepas, que tú sigues en mí.

y ese siempre que ella me prometió , ahora no es nada, sólo una palabra más que aquella persona tan especial me confesó en su despedida.

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